La epilepsia es un trastorno intermitente del sistema nervioso debido a una descarga repentina, súbita y desordenada de las neuronas cerebrales. La descarga da lugar a una perturbación casi instantánea de la sensación, se pierde la conciencia, hay afectación de la función psíquica, se suceden movimientos convulsivos o se combina todo lo anterior. Las crisis son debidas a una actividad eléctrica aberrante en virtualmente cualquier parte del córtex cerebral, y quizá también aun en el cerebelo y estructuras subcorticales, puede esperarse que casi cualquier forma concebible de experiencia humana puede ser causada por las descargas críticas.

El término epilepsia, también llamado trastorno convulsivo, es utilizado para caracterizar las crisis relativamente estereotipadas, recurrentes de conducta y experiencia involuntaria. Actualmente, la epilepsia afecta a más de seis millones de personas en Europa, y a cerca de 50 millones de personas en el mundo: Cerca del 2% de la población mundial padece crisis epilépticas, una incidencia que va en aumento. Sólo en España existen en estos momentos unos 400.000 enfermos. El 30% de los pacientes con epilepsia está en paro y de los afectados que hay en España, un 80% esconde que padece esta dolencia neurológica.

Hay que tener en cuenta que es una enfermedad con la que se puede convivir y hacer una vida normal, aunque a menudo el enfermo no se encuentra involucrado ni es partícipe de su dolencia, lo que favorece la falta de diagnóstico en diferentes tipos de epilepsia y los fracasos del tratamiento.

Aquí unos consejos a las personas que sufren dicha dolencia en relación con la conducción:

  1. El médico tiene que controlar las características individuales de la epilepsia, conseguir del paciente la continuidad indispensable del tratamiento y aconsejar su adaptación a la vida profesional y social, teniendo la conducción un protagonismo principal.
  2. Si es necesario, el médico desaconsejará la conducción por seguridad, y se lo comunicará a los familiares cercanos para que también colaboren con el paciente, evitando riesgos al volante.
  3. Si al conducir el paciente nota síntomas, debe parar inmediatamente y pedir ayuda. Jamás hay que ir conduciendo al hospital.
  4. Si el paciente lleva un año sin convulsiones o pérdida de conciencia, podrá conducir si la enfermedad de base, la medicación y su médico se lo permiten.
  5. Es conveniente que estos conductores lleven el informe médico en lugar visible dentro del vehículo para que puedan ser correctamente atendidos en caso de accidente y que también transporten su medicación de urgencia en lugar accesible.
  6. Los pacientes epilépticos, que a pesar del tratamiento puedan tener riesgo de pérdida de conciencia, no pueden conducir.

El conductor epiléptico tiene un riesgo potencial de accidente, tanto porque hay una posibilidad de perder la conciencia como por los efectos de la medicación consumida. De hecho, se ha observado mayor incidencia de accidentes de tráfico entre los conductores epilépticos que entre los controles.

Esperamos que si conoces a una persona que padece esta enfermedad o tú mismo la tienes, nuestro post te haya ayudado.